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La comunión diaria con Dios es un viaje de transformación que nos lleva a vivir en un reino espiritual, alejado de los estándares mundanos. Al igual que Enoc, quien caminó con Dios y fue transformado hasta el punto de ser llevado al cielo sin experimentar la muerte, se nos invita a buscar una relación profunda y constante con el Señor. Esta relación íntima con Dios nos cambia, nos purifica y nos alinea con Su voluntad, permitiéndonos vivir en un estado de fe y dependencia total en Él. Al caminar con Dios, nos alejamos de la arrogancia y la altivez, y nos revestimos de humildad, lo que nos lleva a experimentar una vida diferente, llena de paz y sin las enfermedades espirituales que afligen al mundo.

Génesis 5:24 (ESV): “Enoc caminó con Dios, y no fue más, porque Dios lo llevó.”

Reflexión: ¿Cómo puede tu caminar diario con Dios transformar tu perspectiva y tus acciones en el mundo actual?

Vivir en verdadera dependencia de Dios significa liberarse de la esclavitud de las preocupaciones diarias y confiar en la abundancia de Su provisión. Al someterse a la voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta, se experimenta un cuidado divino que supera toda comprensión humana. Esta entrega nos permite vivir sin ansiedad por el futuro, sabiendo que si Dios es nuestro pastor, nada nos faltará. La dependencia de Dios nos lleva a un lugar de descanso y confianza, donde nuestras necesidades son satisfechas de manera sobrenatural y podemos enfocarnos en cumplir con el propósito que Él tiene para nuestras vidas.

Salmo 62:8 (ESV): “Confía en él en todo momento, oh pueblo; derrama tu corazón delante de él; Dios es un refugio para nosotros.”

Reflexión: ¿Qué preocupación necesitas entregar hoy a Dios para vivir en la libertad de Su cuidado y provisión?

La unidad y la oración de la iglesia son esenciales, especialmente en momentos de adversidad espiritual. Al unirnos en oración y buscar la presencia de Dios, la iglesia se fortalece y se prepara para enfrentar los desafíos espirituales que se presentan. La oración colectiva tiene el poder de mover montañas y de traer un cambio espiritual significativo en la comunidad y en el mundo. Es en la unidad donde la iglesia encuentra su mayor fuerza para superar las dificultades y para ser luz en medio de la oscuridad.

Efesios 4:3 (ESV): “Esforzándose por mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.”
Reflexión: ¿Cómo puedes contribuir a la unidad y la vida de oración de tu iglesia en esta temporada?

Los hombres de la iglesia son llamados a ser líderes espirituales en sus hogares y comunidades. Al asumir un papel activo en la intercesión y la guía espiritual, pueden influir positivamente en sus familias y ser un ejemplo de fe y fortaleza. Este liderazgo no solo implica proteger y proveer en el sentido material, sino también en el espiritual, guiando a sus seres queridos en la verdad de Dios y en una vida de oración constante. 

Josué 24:15 (ESV): “Pero yo y mi casa serviremos al Señor.”

Reflexión: ¿De qué manera puedes tomar la iniciativa en la intercesión y la guía espiritual en tu hogar hoy?

La sanidad y la libertad verdaderas se encuentran en Dios, más allá de las soluciones que ofrece la farmacología. Al renunciar a la dependencia de los medios humanos y buscar a Dios para nuestra sanidad, podemos experimentar Su poder restaurador. Dios nos invita a confiar en Él para nuestra sanidad física, emocional y espiritual, y a vivir en la libertad que ofrece Su presencia. Al hacerlo, nos abrimos a los milagros y a una vida no limitada por las ataduras de este mundo.

Santiago 5:14-15 (ESV): “¿Está enfermo alguno entre ustedes? Que llame a los ancianos de la iglesia, y que oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará.”

Reflexión: ¿Qué paso puedes dar hoy para buscar la sanidad y la libertad en Dios en lugar de depender de soluciones humanas?