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Por el pastor Luis Londono

En mi sermón de hoy, reflexioné sobre la importancia de caminar con Dios y cómo esto transforma nuestras vidas. Compartí cómo, a través de mi propia experiencia de caminar con Dios, Él me ha purificado y transformado, quitando la arrogancia y la altivez para hacerme humilde ante Él. Hablé sobre cómo Dios desea que cada uno de nosotros tenga un encuentro diario con Él, un encuentro que nunca se separe de nosotros.

Hablé de Enoc, quien caminó con Dios durante 300 años y fue llevado por Dios antes de experimentar la muerte, porque ya no era de este mundo. Su caminar diario con Dios lo transformó de tal manera que ya no vivía según los estándares del mundo. De manera similar, Moisés también caminó con Dios y buscó su presencia constantemente, lo que le permitió liderar al pueblo de Israel de manera efectiva.

Enfatizé que, como cristianos, no debemos vivir preocupados por el mañana, porque si Dios es nuestro pastor, Él proveerá. Dios quiere que caminemos en su verdad y que dependamos completamente de Él. Al hacerlo, comenzamos a ver cambios sobrenaturales en nuestras mentes y cuerpos, y Dios comienza a caminar con nosotros.

Además, hablé sobre la necesidad de que la iglesia se levante y se una en oración, especialmente en estos tiempos difíciles que se avecinan. Mencioné que en abril comenzaremos a ver un cambio espiritual significativo y que debemos estar espiritualmente fuertes y unidos.

Finalmente, concluí el sermón con un llamado a la acción para que los hombres de la iglesia se levanten como intercesores y guías en sus hogares, y para que todos renunciemos a cualquier dependencia de la farmacología y busquemos sanidad y libertad en Dios.